martes, 14 de diciembre de 2010

Las aventuras del capitan Mnemo. Una aproximación a la definición de la memoria


Jorge Barragán

Almacenar y recuperar datos, no define a la memoria. Tan sólo explica algo sobre cómo funciona. En su nivel más elemental, es una función sensorial que permite estimar tiempo.


Que la memoria reciente, que la lejana, que la inmediata, y muchas cosas más, pero ninguna definición elemental. Esto desanima al protagonista de esta pequeña historia.
Cuando se mira al espejo y se pregunta, ¿qué es la memoria?, haber estudiado permite recitar la lista de tipos, propiedades, y mecanismos implicados, pero no alcanza para que el compañero del espejo se marche satisfecho. El estudiante decide entonces caminar por la playa, sentarse en unas rocas frente al mar, y pensar en el asunto.
No podría decir en qué momento se introdujo en el mar, pero allí estaba, luchando con las olas y pidiendo auxilio.
Tremendo fue el susto cuando una enorme nave comenzó a emerger, recortando su silueta a pocos metros de su posición. Pero el miedo dio paso a la esperanza: en la cubierta de un formidable submarino, alguien estaba arrojándole una cuerda.
Ya dentro de la nave, tras permanecer largo tiempo en una inmensa habitación, un enigmático personaje se presenta ante él.
- Soy el capitán "Mnemo", y es Ud bienvenido al "Margaléfico"
- ¿Al Marga... qué? (respondió como si sus oídos no hubieran escuchado..., lo que habían escuchado).
- Mire Nemo, déjese de bromas, que yo estaba tranquilo sobre unas rocas, y no sé cómo vine a parar aquí.
- Le agradeceré que me llame por mi nombre: Mnemo. Sí, con "M" de..., hum.... de... de Mnemo. Y Margaléfico es el nombre de la nave en la que se encuentra.
- Verá, conozco una historia en la que la nave es el Nautilus, y el capitán...
- ¡Ya!. Yo no soy Nemo, sino Mnemo, la nave no es el Nautilus, sino el Margaléfico, y si Ud quiere aprender algo sobre la memoria, mejor vaya llamando a cada cosa por su nombre.
- De acuerdo Mnemo, de todos modos quizá este pueda ser un viaje interesante.
- Seguro mi amigo. Y para comenzar, le mostraré la nave.
Varias habitaciones con obras de arte de incalculable valor, modernas bibliotecas que contaban incluso, con ejemplares misteriosamente recuperados de la célebre biblioteca de Alejandría (brutalmente destruida junto a su bibliotecaria, Hipatia), documentos inéditos acerca de los más diversos temas, y en las más diversas formas (textos, CD, etc).
- Cuando toquemos puerto, compraré una cámara de fotos para documentar estas maravillas. (dijo el joven, entusiasmado)
- Amigo, no tocaremos puerto.
- Mnemo, no exagere. En algún momento, tendrá que abastecerse de combustible..., y la tripulación querrá...
- Comprendo lo que dice respecto al combustible..., pero ¿se ha preguntado por qué este submarino se llama "Margaléfico"?.
Rápidamente, el estudiante recordó sus nociones de ecología y respondió.
- Será en honor a Ramón Margalef..., el célebre biólogo catalán que...
Mnemo lo interrumpió abruptamente.
- No. No es en honor a alguien en especial. Es porque utiliza energía margaléfica.
- ¿Energía margaléfica?, ¿qué es eso?
- Nuestra nave utiliza un principio por el que la energía disipada, es recuperada como información. ¿Comprende?
- Pero capitán, ¿de qué le sirve tener información?. Necesita energía para mover la nave.
- Mi amigo, ud se pregunta cómo ocurren las cosas, pero olvida la razón por la que ocurren. O para mejor decir: por qué, y para qué ocurren.
- Señor, mi formación me obliga a cuidarme de cualquier clase de teleologismo, y ...
Mnemo volvió a interrumpirlo. Esta vez con dureza.
- No. Su sesgo de formación, le impide darse cuenta que la búsqueda del conocimiento, es la razón por la que se encuentra realizando esta travesía.
- Si Mnemo, pero una cosa es el conocimiento, y otra la información.
Un corto silencio precedió la nueva embestida de Mnemo, como si eligiera de manera cuidadosa cada palabra..., y con la mayor parsimonia sentenció:
- De acuerdo, pero convendrá conmigo que si bien puede haber información sin conocimiento, no puede haber conocimiento sin información. De modo que contar con información, es tan importante para ud como para mí. Este es un viaje por el océano del conocimiento: contar con información, no es un hecho menor.
- Mnemo, con todo y eso, la 2° ley de la termodinámica predice que el calor es una forma de energía en aumento en el universo, y para cuando todo sea energía no utilizable bajo la forma de calor, ¿con qué moverá su Margaléfico?
- Mi joven amigo, respóndame lo siguiente: para cuando todo sea información, ¿qué sentido tendrá mover al Margaléfico?. Si el viaje consiste en aprender, y ya se ha aprendido todo, no hay razón que sustente el viaje.
- Pero capitán, jamás tendremos toda la información. Siempre habrá algo para aprender.
- Si mi amigo..., y jamás todo será calor.
- Pero la 2°ley de la termodinamica...
- Jamás podrá entender cómo funciona el Margaléfico pensando así en la 2° ley, sino como en la 2° ley de la "infodinámica".
- ¿La info...qué?, ¿que "invento" es ese, de qué ley me habla?
- Cuando se disipa energía, esta es recuperada como información. De modo que cada vez que ocurre una reacción energética, cierta información se torna disponible para el observador. La 2° ley de la dinámica de la información, explica que el flujo de la información es irreversible. Una vez que la información está disponible para el observador, ya no abandonará ese estado. Hecho que a su vez...
Con los ojos desorbitados, el rostro enrojecido, y elevando el tono de su voz, el joven
interrumpió por primera vez al capitán.
- Mnemo, no pretenderá decirme que cuanto más calor hay en un sistema, este cuenta con más información. No pretenderá que el calor contiene alguna forma de información, o que él mismo es información.
- Desde luego que no. Tranquilícese. Y recuerde que los seres vivos ya están aquí, y son parte del universo. Por cada región del universo que ud observa desordenada y con creciente energía calórica, hay otra (los seres vivos) que se ordena con creciente información.
Más calmo, el joven volvió a replicar.
- Pero cuando todo sea calor, esos seres vivos no podrán vivir.
- Para cuando todo sea información, ciertas regiones estarán ordenadas, pletóricas de información: los seres vivos. Lo único que cesará, será la evolución de esos seres vivos.
- Jamás llegará ese momento, Mnemo. La evolución es un principio general de la biología, propuesto por... (pero no pudo recordar quién había hecho la propuesta).
- Lo sé, pero se lo digo para que comprenda que jamás llegará el momento en que "todo" sea calor. Debe comprender que los seres vivos no "están" en este universo, sino que "son" parte de él.
La conversación se prolongó hasta entrada la madrugada, y vencidos por el sueño, ambos se fueron a dormir. Habría otras oportunidades de seguir aprendiendo.
En todo caso, estaba claro que este no iba a ser un viaje aburrido y sin sorpresas. Ambos sentían que habían comenzado a conocerse.
Al día siguiente, después del desayuno, Mnemo invitó al joven al puente de mando.
Este era sencillamente espectacular. Un vidriado periférico permitía observar el mar de manera impecable. Una miríada de pantallas y ordenadores, rebozaban en datos acerca de las condiciones externas y las formas de vida que se veían a través de los cristales.
El timón giraba sólo, y ante el estupor del estudiante, alguien que se presentó como el
Primer oficial, lo tranquilizó.
- Estamos navegando con piloto automático.
- Comprendo, todos estos ordenadores guían al submarino.
- No todos. Sólo el ordenador principal. Es ese que está a su derecha. Se lo presento, es el "Neurológico", orgullo de la nave.
Un examen minucioso, permitía leer cierta inscripción en la caja de la CPU. En letras pequeñas se leía "Ramón y Cajal".
Como si acabara de descubrir la quintaesencia universal, el curioso estudiante se apresuró a decir:
- Esta vez no puedo equivocarme. Santiago Ramón y Cajal es el proveedor de hardware para el Neurológico.
- Pues lo ha hecho nuevamente. La empresa proveedora del Hardware del Neurológico es "Ramón y Cajal" sociedad de responsabilidad limitada, pero no Santiago.
- De todos modos capitán, el Neurológico debe contar con un interesante menú de funciones, ¿no es así?
- Por supuesto. Cuenta con sofisticados Software que permiten llevar a cabo las más precisas y complejas funciones.
Las pantallas brillaban con información sobre funciones psíquicas diversas, afectividad, voluntad, inteligencia..., hasta otras aparentemente menos complejas, pero también bajo control neurológico, como la eliminación de ciertos desechos.
Buscando y buscando en los tableros de control, nuestro estudiante encontró un monitor que brindaba datos sobre la memoria. Tan pronto como lo vio, se sentó frente a la pantalla, tratando de encontrar respuesta a las cuestiones esenciales de la memoria.
Una suave sacudida llamó su atención, pero no logró que quitara sus ojos del monitor.
- ¡Varragán! (tal era el apellido del estudiante)
Era Mnemo, que lo llamaba desde el otro extremo de la sala de mando. Mnemo dudó antes de volver a gritarle, quizá meditando acerca del parecido con alguien que lo conoció en "Veinte mil leguas de viaje submarino..." y que volvió a encontrarlo en "La isla misteriosa" años después, cuando el mundo ya daba por muerto al capitán.
Pero no, aquel se escribía con "B", y este con "V". No había duda. Mnemo no cometería el error que tan frecuentemente cometía su apresurado huesped. Calló, y esperó.
- ¿Va a venir Ud, o no?
- Sí capitán.
Al lado del timón, Mnemo le hizo una singular propuesta:
- Hemos pasado a control manual, ¿quiere timonearlo unos minutos?
- Por supuesto, es un honor.
La experiencia resultó tan cautivadora, que se repitió día tras día. Como si se tratase de una adicción. La confianza que ganaba como timonel, le permitía incursionar en aventuras no programadas por Mnemo.
Virar hacia babor y estribor, emerger a visión de periscopio, decidir una rápida inmersión, estacionarse unas horas, retomar el rumbo mientras se programan experimentos y se toman notas.
- Capitan, esto es maravillo...
Una brusca sacudida cortó no sólo las palabras de Varragán, sino la respiración de todos quienes se hallaban abordo.
Las sacudidas no sólo continuaron, sino que se hicieron cada vez más fuertes. El mar se agitaba, y el Margaléfico parecía una hoja al viento.
- ¡Alerta!, ¡Alerta!, vociferaba el primer oficial
¡Uuuup!, ¡Uuuup!, ululaban las sirenas, y lo que es peor, nadie entendía la razón por la que el Margaléfico estaba enfrentando tal situación.
- ¡¿Observó ud las cartas de navegación?!
Más que decir, rugió Mnemo al azorado estudiante.
- Bueno, yo...
- El timón no es para jugar. ¿Sabe dónde estamos?
Por orden de Mnemo, el Margaléfico se acercó a la superficie a máxima velocidad.
- ¡Periscopio! (pidió el capitán a su primer oficial)
Una isla volcánica en plena actividad, aparecía en el periscopio y en los monitores del ordenador principal. Era la isla de Parkinson.
Mnemo tomó el mando hasta poner al Margaléfico a resguardo de los intensos temblores, y juró no dejar más el control en manos del estudiante.
Pero pasados unos días la confianza volvió, y con ella, el timón pasó otra vez a manos del inexperto visitante.
Tras días de calma, el submarino ingresó a una región en la que los peces, las algas y casi todo cuanto veían, cobraba un aspecto extraño y dejaba de ser reconocible. Lo que según los instrumentos estaban viendo, no se correspondía con lo que ellos veían.
Estaban fallando ellos, o los instrumentos.
Una cuidadosa revisión del instrumental de abordo, confirmó algo inesperado por la tripulación: los instrumentos funcionaban correctamente.
Entonces, ¿por qué no podían reconocer ni la flora, ni la fauna, ni cosa alguna?
Era desconcertante.
Sin embargo, lo peor estaba por venir. Y llegó cuando el primer oficial hizo notar que el reloj de abordo se había detenido en el preciso instante en que comenzaron estos extraños fenómenos.
Ya no había forma de saber si, por extraña que fuera una criatura, se la había visto antes o no. No había antes, ni después, porque no había tiempo para evaluar antes o después. Todas las criaturas que aparecían ante los ojos de los observadores, eran "nuevas". Todo era, "ahora". Nada parecía familiar, aunque hubiera pasado cincuenta veces frente a sus ojos.
Pero si los ordenadores funcionaban bien. ¿Qué sucedía entonces?. Quizá el ingeniero informático tenía la respuesta.
- ¡¡De la Herrán!! (gritó Mnemo hasta quedarse afónico)
A esta altura de los acontecimientos, Varragán no se animó a preguntar si se trataba de su amigo Manuel. Y a vista que el capitán no dijo Gascón, ni Manuel, se quedo quieto y callado, a la espera de una pronta resolución de la situación.
- ¡¡De la Herrán!!, ¡por todos los santos!, lo quiero en el puente (ya con voz aflautada, de tanto gritar)
- Si mi capitán, a la orden mi capitán, como ud diga mi capitán...
- Ya déjese de tanta lisonja, y dígame ¿qué estaba haciendo?, ¿por qué no vino de inmediato?
- Mi capitán, estaba tratando de recibir unos adjuntos en el ordenador secundario. Parece que el tonto que los envía, no los ha comprimido. Pero al fin llegaron, y me ha prometido que a la brevedad, enviará unas figuras complementarias, las que...
- Bueno, no me cuente su vida, sólo...
- Pero capitán, Ud me preguntó...
- Por favor, no me siga contando de ese tonto amigo suyo, y explíqueme qué diablos está pasando. Los instrumentos reciben bien la información, la procesan bien. Todo está bien, pero nosotros no podemos reconocer ni la cabeza de un fósforo.
De la Herrán se concentró en el ordenador principal, y tras trabajar un largo rato, como si volara sobre el teclado, comentó:
- Creo que tengo la respuesta, mi capitán.
- Las cartas de navegación no son precisas al respecto, y es posible que se superpongan varias situaciones compatibles con...
- De la Herrán, pásemelo en claro.
- Bueno mi capitán, creo que hemos entrado en el Mar de Alzheimer
- ¿Cómo dijo?
- Sí capitán Mnemo, en esta región, el reconocimiento del espacio, del tiempo (por eso el reloj de la nave dejó de funcionar), y casi toda función superior se encuentra afectada.
- Pero, ¿qué tiene que ver esto con la memoria?
- Verá capitán, si no hay memoria, no hay forma de saber si algo se ve (se escucha, o lo que fuese) por primera vez, o si ya se lo vio con anterioridad. Todas las veces son la primera vez, y no se puede generar la noción de tiempo. No hay antes, ni después, simplemente porque al no haber memoria, no hay posibilidad de evaluar y comparar lo que se ve con lo que ya se vio. Poco importa que se mire el reloj más preciso, si no hay memoria. Un cruel y eterno presente, mi capitán.
Con la boca abierta y una mirada de absoluta perplejidad, Mnemo escuchaba las cavilaciones de su ingeniero informático.
- De la herrán, ¿dice Ud que la memoria es una especie de órgano sensorial?.
- No. No es un órgano. Es una función..., y sensorial. La función que permite a los seres humanos (y a todo aquel que tenga memoria), estimar tiempo.
- Sabe que los biólogos, especialmente los médicos, dicen que en realidad se trata de una función superior que permite almacenar y recuperar información (dicen algunas cosas más, pero poco importan a efectos de la línea de pensamiento que se desarrolla).
- Lo sé, Mnemo, pero también sé que los biólogos tienen un muy escueto cultivo de la noción de función. Así, se manejan bien con las estructuras, y medianamente bien con las estructuras que de algún modo funcionan. Pero del concepto de función, poco y nada conocen. ¿Qué son las funciones?, ¿cómo se integran?, son tan sólo algunos de los interrogantes que desnudan tales falencias de formación.
Así, se confunde la definición de la memoria, con sus mecanismos. Almacenar y recuperar datos, no define a la memoria. Tan sólo explica algo sobre cómo funciona.
Tampoco es una rara forma de función superior. Es una de las funciones más elementales, que luego se integra a otras, concretando funciones de orden superior.
Percibimos nuestro mundo en términos de espacio y tiempo: los órganos sensoriales se las arreglan bien con el espacio, y proveen de cierta información fundamental a la memoria. Y ella no se encarga de almacenar y evocar información como un fin en sí mismo, sino como un requisito para con ella, permitir estimar tiempo.
Como le dije, en su nivel más elemental (que no es todo), es una función sensorial.
Hay más, mucho más, pero esa es la base de la que se debe partir si se pretende entender lo que ocurre con el Margaléfico y su memoria.
- Una función sensorial..., ¿una función sensorial que permite estimar tiempo?...
Mnemo repetía una y otra vez en voz baja, como si no pudiera dar crédito a lo que le decía su ingeniero informático, hasta por fin cuestionó:
- Pero De la Herrán, ¿y la memoria de los ordenadores?, ¿qué tiene que ver ella con la estimación de tiempo de los ordenadores, si he visto que para ello cuentan con un reloj?
- Capitán, los ordenadores no cumplen con el principio de Margalef.
Y casi sin respirar, el ingeniero continuó:
- Así como ha notado que los ordenadores tienen un reloj, habrá notado que los seres vivos no lo tienen. Le pregunto, ¿se imagina quien cumple la función de esos pequeños relojes en los seres vivos?
Mnemo acusó recibo, y tomo la iniciativa una vez más.
- Una cosa más ingeniero: ¿por qué razón, nunca la memoria del Neurológico brinda datos sobre los primeros dos años de vida del Margaléfico?.
- Pues sencillamente, porque el "aparato" para estimar tiempo (la memoria) estaba en formación en ese período. La información está, pero no hay modo de evocarla tal cual se encontraba en aquel momento. La memoria no puede evocar información de un período anterior al de su completa formación.
Esto no quiere decir que no haya memoria en esos dos años, pero sí que es rudimentaria. Sólo a partir de cierta identidad psíquica límite, puede haber memoria de lo que se vive.
Y en todo caso, una cosa es que haya memoria "en" esos dos años, y otra muy distinta, que haya memoria "de" esos dos años. No se trata de un simple "olvido".
- Respecto de ellos, ¿no contradicen la 2° ley de su pretendida infodinámica?
Disparó con malicia el estudiante, a quien de ellos quisiera responder.
- No. Pues una cosa es que la información esté disponible, y otra que pueda ser evocada.
La respuesta del ingeniero, dejó pensando al estudiante.
- Y ¿cuál es la diferencia? (volvió el estudiante a la carga)
- Es lo mismo que "hacer" algo, "poder hacer" algo, o "no poder" hacerlo. (replicó el ingeniero). Que Ud pueda hacer algo, no implica que lo haga. Del mismo modo que no hacerlo, no implica la imposibilidad de hacerlo. Así, hay olvidos que contribuyen a la homeostasis de la memoria. El trato de la información mnémica, es asunto capital.
- ¿Mnémica dijo? (preguntó Mnemo con impaciencia)
- Sí capitán, el asunto de los mnemos fue abordado por...
Mnemo se revolvió en su asiento con tal violencia, que su gorra quedó colgada del timón.
- ¡¿Por qué dice Mnemos?!. ¡Mnemo, hay uno solo!
- Dije mnemos, no Mnemos. ¿Se imagina un mundo sin menmos, mi capitán?
- En eso estamos de acuerdo, De la Herrán. El mundo no sería igual. Sería un mundo amnésico, ¿no?.
- Sí, y a propósito, ¿le conté las aventuras del loro amnésico que...
- No, no..., ya basta por hoy.
- Navegante, aléjese de la "corteza" marina (seguro que quiso decir la "superficie") de esta región.
- ¡Inmersión!,... ¡inmersión!,...inmersión (la orden, de boca en boca se fue apagando,
como un lejano eco, como en las viejas películas de guerra)
Y tan pronto como se abandonó la superficie, todo comenzó a hacerse familiar. En realidad, lejos de aquel extraño mar, todo era familiar.
No hubo más problemas, pero el estudiante, aburrido por lo que consideró una vulgar clase de neurología (Parkinson, Alzheimer, y vaya a saber que más vendría después), decidió abandonar la nave.
- No hay problema, si ese es su deseo...
Mnemo no pareció complacido por la decisión, pero tampoco se opuso. Y como si todo hubiese sido un sueño, Varragán se encontró sobre las rocas, con la mirada perdida en la inmensidad del mar, como si nada hubiera pasado en realidad.
Se levantó y caminó unos metros, pensando que su propia mente le "pediría" pruebas concretas de su "vivencia", en caso de insistir en "quererla hacer pasar por real".
No trajo una sola foto (aunque la culpa no era suya por no haber ido a puerto), un pedazo de cuerda, la gorra de Mnemo...
No había nada que pudiera mostrar ni mostrarse a sí mismo, para convencerse de la realidad de su viaje.
Una mañana, días después, se miró al espejo y se preguntó: ¿qué es la memoria?
Y la respuesta lo sorprendió, pues ya no confundía su definición, con sus mecanismos. Apreció poder recordar, valorando que ello era la base de su ubicación temporal...
Súbitamente, comprendió que estas cavilaciones eran la única "prueba" de su viaje en el Margaléfico. Pero ni siquiera para él, que tenía ganas que todo hubiese sido real, merecían el status de "prueba" de realidad. Mnemo estaba..., pero del "otro lado".
Sin embargo, cuando todo parecía perdido, descubrió que un amigo en común había escrito "¿Qué es real? Lo subjetivo y lo objetivo".
Entonces cayó en la cuenta que, una cuerda puede conseguirse en cualquier sitio, que la gorra que se pretende de Mnemo, puede ser de su abuelo, y que las fotos se pueden trucar.
Lo que no se puede trucar, es la información con la que regresó de aquel viaje por el océano del conocimiento. Que si eso no es real...¿qué lo es?

...Y si de verdad se tratase de una película (aunque no de guerra, sino algún tipo de documental), los siguientes cuadros serían casi una obligación del final:
* "Los nombres de algunos de los personajes, han sido cambiados para proteger su verdadera identidad" (en realidad, podrían iniciar demanda si saben de su participación)
* "La historia es ficticia, pero basada en hechos reales. Los comentarios sobre la memoria, la termodinámica, la información, etc, se ajustan a la verdad." (en realidad, esa es la secreta esperanza del autor)
* "El viejo capitán de esta historia, sigue navegando a la espera de otro curioso visitante que lo mantenga vigente."
* "De la Herrán continúa en el Margaléfico, trabajando en la construcción de una red mundial de submarinos, que viajen por el océano del conocimiento.
* "Varragán fue detenido por plagiar a Julio Verne. Pero la dirección de sanidad consideró que si bien se trata de un caso perdido, es inofensivo. Fue liberado y continúa tratando de comprimir artículos, para enviarle a un amigo bilbaíno que dice tener por ahí...

Bibliografía


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